La mayoría de veces, la felicidad está en pequeños gestos
que muchas veces pasan desapercibidos: Un roce buscado en la cocina, un “te
quiero” incontrolado, un abrazo inesperado, un “quiero quedarme contigo”, un
mensaje a media mañana, una mirada de complicidad, una búsqueda bajo las
sábanas, una caricia en el sofá, un recuerdo, una sonrisa sin motivo, un
suspiro con el alma…
Y es que nos pasamos la vida buscando la felicidad sin
darnos cuenta de que ya lo somos durante muchos momentos al día. Nos centramos
más en lo negativo sin comprobar como un simple recuerdo de felicidad puede
hacerte salir de un momento oscuro.
Siempre habrán ocasiones para ser feliz, tan sólo hay que
aprovecharlas al máximo y no tener miedo de expresarlo porque, además de ser
bueno para la salud, es contagioso y consigues hacer feliz a la gente de tu
alrededor.
Simplemente… sé feliz.
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