lunes, 20 de julio de 2020

No hay vida inteligente

20/07/20




A veces pienso que tenemos lo que nos merecemos. No sé si es la naturaleza la que hace una selección natural o son sociedades secretas que cada cierto tiempo liberan la presión a la que está sometido el planeta. Lo que sí sé es que, viendo la estupidez humana, lo que me extraña es que no nos hayamos extinguido. Y para prueba un botón.
Hemos estado confinados en casa durante tres meses. A unos les ha tocado la lotería en forma de no perder el trabajo, de moratoria de hipoteca, de trabajo desde casa o incluso de cobrar un ERTE con letra pequeña debidamente (cosa que parece que le ha pasado a muy poca gente). Otros no han tenido tanta suerte pues se han quedado en casa sin cobrar  casi nada, o con la incertidumbre de no saber si en un futuro próximo va a poder volver a trabajar. Y a otros les ha tocado estar en primera línea de batalla armados con un plátano en lugar de con un fusil, cuya única recompensa han sido aplausos y el título de héroes que parece ahora que es papel mojado. Y no olvidarnos de los que se han ido en la más absoluta soledad, sin una despedida o un último beso. Dejar morir a alguien así es, simplemente, no tener corazón.
Después de todo esto y que el planeta nos lo agradezca con aguas limpias y cristalinas, con un aire purificado y animales disfrutando de nuevo de sus hábitats arrebatados, el ser humano vuelve a salir a la calle y comportarse como si nada hubiera pasado.
Que podemos salir... pues a ensuciar calles y aguas y a hacer botellones.
Que hay que llevar mascarilla... pues yo no la llevo porque me agobia o no hace juego con mi look.
Que abren los bares... pues a llenarlos todos juntitos.
Que me permiten ampliar la terraza para poder separar las mesas... pues a poner el doble de mesas.
Que abren las discotecas... pues a superar el aforo.
Que abren los aeropuertos... pues a volver a traer al turismo asqueroso y de borrachera otra vez.
Gracias a todo esto hoy hay muchos lugares de España donde se están multiplicando los brotes del Covid y casualmente ahora no está atacando a nuestros mayores sino a los jóvenes que, si no todos pero sí muchos, se les debieron quemar las neuronas con los estudios u otras drogas y sólo debieron sacar aprobados en materia de egoísmo. Eso sin hablar de otros países donde se ha dado más importancia a la economía que a las personas, pensando con la cartera en lugar de con el corazón y desviando la atención de su fracaso como ser humano culpando a otros seres humanos.
Dicen que no hay mal que por bien no venga. Dentro de lo malo que nos ha tocado vivir se nos ha dado una oportunidad única de arreglar muchas de las cosas que estábamos haciendo mal. Pero parece que somos el ser menos inteligente del universo, en contra de lo que creíamos y no aprendemos ni a base de ostias.

Y es que los alienígenas han dejado de visitarnos por no haber encontrado vida inteligente en este planeta.

Pero como en toda regla siempre hay una excepción que la confirma, siempre nos encontraremos a gente con el corazón, la humanidad y la ética que a muchos les falta. En ellos reside ese brote verde que mantiene viva la esperanza del planeta de que no acabemos con él.