martes, 28 de junio de 2016

Si no quisiera tanto a este país lo odiaría (II)




He llegado a la conclusión de que somos tontos, pero que muy tontos.
Desde mi ignorancia en datos reales (porque es la leche que todo el mundo dé datos y lleguen a ser como la noche y el día según quién los diga), os cuento mi sensación:
-          Jóvenes se marchan a otros países para poder trabajar.
-          Dejamos escapar a cerebros a otros países que sí los valoran como deben.
-          Gran parte de los contratos de trabajo son de pocas horas al mes.
-          El que tiene surte de tener un trabajo “bueno”, tiene uno de los salarios más bajos de Europa, y encima tiene que dar las gracias.
-          El trabajador ya no vive, sino que sobrevive y se ha convertido en algo nunca visto: trabajador y pobre.
-          Al parecer las pensiones van a tener los días contados si sigue todo así.
-          Nuestra deuda sigue subiendo al igual que nuestros impuestos.
-          Pagamos mucho más por un acuerdo comercial que por lo que hemos consumido.
-          Además ya nos hacen pagar también por aprovechar el sol.
-          No solamente no se le cobra a la iglesia lo que se debería, sino que encima se le subvenciona enormemente. Ya no entremos en los casos de abusos.
-          Familias enteras “viven” gracias a la pensión de los abuelos.
-          Cada vez se ve a más gente rebuscando en los contenedores de basura y los bancos de alimentos no dan abasto.
-          Se rescatan bancos, esos que pagan jubilaciones millonarias y se aprovechan de las pobres personas.
-          Un rico paga menos impuestos que un pobre.
-          La clase media está desapareciendo dando lugar a más ricos y más pobres.
-          La justicia depende del nombre y del bolsillo del delincuente.
-          Sobran más de la mitad de políticos, que además tienen sueldos exagerados y  vitalicios. También podemos hablar de las puertas giratorias.
-          El robar y defraudar se ha convertido en algo rutinario.
-          Cualquiera puede decir lo que le venga en gana sin que tenga consecuencias, da igual si es en televisión o prensa, si eres periodista o político.
-          Sólo salimos a la calle para festejar la victoria de nuestro equipo de fútbol favorito.
-          Los inmigrantes tienen muchas más ayudas que los de aquí.
-          Te puedes morir en la sala de espera de un hospital y todo se quedará en “la culpa es de los recortes”.
-          La enseñanza es cada vez peor a no ser que tengas dinero para pagártela.
-          Se lee a Belén, se escucha a Kiko y se ve hombres y mujeres y los deluxe, y nos sorprendemos de que los jóvenes estén como están y que los mayores sean como ovejas en un rebaño.
Sé que me dejo muchas cosas.
Nos dan una oportunidad para cambiar muchas de estas cosas ¿y qué hacemos? Dar continuidad a esta cuesta abajo, acojonados y cegados por las mentiras en lugar de escuchar y leer lo que realmente va a hacer cada partido. No sé qué tiene que pasar para que perdamos el miedo a cambiar, porque eso de más vale malo conocido… qué queréis que os diga, que se lo pregunten a los desahuciados, a los padres que no tienen para dar de comer a sus hijos, a los ancianos que no pueden estirar más su pensión, a los parados de larga duración que ya no tienen ninguna ayuda…
Está visto que le hemos cogido cariño a esta piedra o tal vez, y sólo tal vez, yo esté completamente equivocado y que no haya tanta gente pasándolo mal sino que sea una invención de algún extremista que quiere apuntarse a la moda esta de romper el saco.



lunes, 27 de junio de 2016

Con vistas al paraíso.



Tengo el privilegio de vivir en el paraíso. Vivir en una isla donde puedes disfrutar de la montaña, de unas vistas increíbles, de unas playas que nada tienen que envidiar al caribe, es algo que está al alcance de pocos. El poder salir a dar un paseo un domingo cualquiera y descubrir lugares nuevos es impresionante.

Pero cuando tú estás a mi lado…

Haces que disfrute de cada kilómetro, de cada minuto, de cada cala, de cada montaña… de mi vida. Eres lo mejor del paisaje, tanto que hasta las gaviotas se paran a contemplarte y hasta el viento no puede dejar de rozar tu piel. Produces un efecto en mí que no consigo describir, algo más grande que la inmensidad del océano. Consigues hacer que hasta pierda mi propia conciencia, que aumenten mis ganas de ti, que pierda el control y no pueda dejar de tocarte, de acariciarte, de besarte.

Nunca pensé que podría llegar a sentir algo así por alguien, ni disfrutar tanto demostrándotelo.  Y es que no lo puedo evitar… Me tienes loquito.



miércoles, 22 de junio de 2016

Una mañana de verano



Era una mañana de verano. Aún no había amanecido. Me desperté una hora antes de que sonara el despertador. Me giré hacia mi izquierda y allí estabas tú, durmiendo boca arriba sin más ropa que unas braguitas de encaje negro. 
No lo pude evitar y comencé a besarte el cuello mientras acariciaba tus pechos, los cuales contestaron enseguida endureciendo tus pezones. Sin salir del todo de tu sueño buscaste mi boca y tu lengua se enredó con la mía. Después de acariciar cada milímetro de tu cuerpo, mis manos buscaron tu tesoro sin encontrar ningún obstáculo. Tus piernas se abrieron para que mis caricias llegasen a todos los rincones a la vez que comenzabas a gemir tímidamente. Mi boca fue buscando el camino que antes dejaron mis manos por tu cuerpo, deteniéndome durante más tiempo en tus pechos y endureciendo aún más esos pezones que apuntaban al techo. Al tiempo que llegaba a tu monte deslicé tus braguitas de encaje hasta que acabaron tus piernas y así pude concentrarme en tu cueva. No sé qué me excitó más, que tus gemidos aumentaran y se empezaran a entre cortarse o notar lo mojada que estabas. No paré de juguetear, ni siquiera cuando te corriste la primera vez; sólo me detuve cuando noté que tu segundo orgasmo fue tan intenso que comenzaron a temblarte las piernas. Era el momento de volver a recorrer tu cuerpo con mi boca en sentido opuesto y, al llegar de nuevo a tu cuello, me introduje en tu interior levantando mi mirada para poder contemplar tu expresión de placer al notarla dentro de ti. El movimiento, suave al principio, hizo que comenzáramos a sudar, lo cual hizo que la fricción fuera casi nula. El aumento de tus ansias me hizo ver que era el momento de subir el ritmo y pude notar cómo explotabas en un orgasmo que te hizo perder tanto el control que hasta te mordiste el labio llegando casi a hacerte sangre. Volví a los movimientos suaves mientras te recuperabas y, una vez recobrada totalmente, te di la vuelta. La visión de tu espalda, las caricias de las yemas de mis dedos por tus costados y besarte la nuca mientras te penetraba de nuevo apoyado en tus nalgas hicieron que mi excitación llegase a los máximos. Mis piernas rodearon a las tuyas e hicieron que se cerrasen. Eso aumentó el roce de mi bombeo haciendo que me pidieras más hasta que volviste a mojar las sábanas y sin dejar que te recuperaras busqué tu clítoris de nuevo, esta vez con mis dedos mientras volví a aumentar el ritmo. No habías terminado de recuperar la respiración cuando comenzaste a gemir que te corrías de nuevo. Pero esta vez te acompañé haciendo que nuestros flujos se uniesen como si fueran uno sólo. 
Nos fuimos recuperando poco a poco mientras seguía acariciándote durante nuestro abrazo y así te di los buenos días justo cuando sonaba el despertador.



jueves, 16 de junio de 2016

Ya casi estás aquí



Ya queda poco para que vuelvas. Desde que te fuiste nada ha vuelto a ser igual. Al principio te echaba de menos cada día y, conforme pasaba el tiempo, me fui acostumbrando a estar sin ti. Pero ahora que sé que vas a regresar… regresa la impaciencia y las ganas de volver a disfrutarte. Y es que, casi sin esfuerzo, consigo recordar cómo era el tiempo contigo, cuánto disfruté de tu compañía y lo relajado que conseguías hacerme sentir. 

Ya estoy haciendo planes para que no haya ni un día de aburrimiento, para gozar contigo cada día, hasta el momento en que te tenga que volver a decir adiós. Porque es directamente proporcional la felicidad que me causa tu llegada como la tristeza que me deja tu despedida. Pero eso ya llegará, no quiero pensarlo aún. Ahora sólo quiero concentrarme en esperarte, deseoso de la alegría que te acompaña y ansioso por compartirte con los míos, que también están deseando que llegues.



¡Si es que no hay nada como las vacaciones!






jueves, 2 de junio de 2016

Dos horas en el paraíso



De día era una persona triste, peleada con su conciencia, aburrida y cansada de la monotonía en que se había convertido su vida. Cada día era lo mismo: levantarse, desayunar, lavadora, preparar la comida para su marido cuando se levantase, pues trabajaba de noche. Ya no tenía ganas de salir a pasear ni de quedar con las amigas.

Pero se convertía en otra persona a partir de las nueve de la noche, cuando su marido se iba a trabajar. Conseguía desprenderse de esa tristeza y daba rienda suelta a sus ganas de sentirse mujer. La culpa tenía nombre y apellidos y era la única persona que la había tratado como nadie lo hizo antes. 

Disfrutaba tanto de su compañía, de su voz, de sus caricias… que durante las dos horas que estaban juntos se olvidaba de todo. No había remordimiento, culpa, tristeza ni reproche. Tan solo había locura sin control y total libertad.

Por las mañanas el beso de buenos días de su marido que volvía de trabajar la devolvía a la cruel realidad. Sabía que no podía seguir así, pero era consciente de que nunca tendría más que esas dos horas en el paraíso.