RECUERDOS
Es curioso lo que uno puede recordar. Cosas que recuerdas
vagamente, aunque sean recientes, y cosas que recuerdas como si fuera ayer,
aunque hayan pasado muchos años.
Nací hace algunos años en Mallorca, aunque por mis venas
corre sangre onubense, de un pueblecito llamado Rosal de la Frontera. Pueblo en
el que pasaba las vacaciones de verano para visitar a mis abuelos paternos y
primos y tíos lejanos que no migraron en su día a esta preciosa isla.
RECUERDO la primera vez que hice mi primer viaje en barco
hasta Valencia, para después subir a un autobús durante un montón de horas
hasta llegar a mi destino. Esa ilusión de montar en algo tan grande, de surcar
ese mar durante ocho horas. El olor a combustible, el sonido de la sirena a la
hora de zarpar…
RECUERDO la alegría de ver a lo lejos ese pueblo, desde el
asiento del autobús. Lo largo que se hacía esa llegada a la parada en la plaza.
RECUERDO ver la película de Conan el Bárbaro, en casa de mis
tíos, en un televisor en blanco y negro, donde sólo se veían dos canales, UHF y
VHF, los cuales se cambiaban mediante una rueda junto a la del volumen.
RECUERDO un 23 de febrero. Aún sin entender lo que estaba
pasando, sí recuerdo un ambiente tenso, un televisor puesto durante todo el
día, calles extrañamente vacías…
RECUERDO un mundial del ’82. Aunque no recuerdo ningún
partido, sí recuerdo a un tal “Naranjito”
RECUERDO la casa donde vivimos un tiempo, en un barrio
llamado Son Gotleu, que nada tenía que ver con lo que es ahora. Antes era un
barrio de inmigrantes que dejaron la península para poder trabajar y sacar
adelante a su familia.
RECUERDO la panadería que había al lado de mi casa, La Fama,
donde mi madre compraba, entre otras cosas, vino El Baturrico para mi padre,
botella de cristal que tenías que devolver una vez vacía. Panadería donde me
llamaron la atención por estornudar cerca de unos pasteles (Jamás he vuelto a
estornudar sin poner las manos delante). Panadería de donde salió el pastel de
merengue que me compraron mis padres por capricho mío, y que me hizo comer
entero mi padre. Desde entonces, no sé por qué, no me gusta el merengue.
RECUERDO un bar que había frente a mi casa llamado Bar Cidad,
en el que se reunía la gente después de la jornada de trabajo y donde conocí a
un hombre corriente orgulloso de su
mascota nada corriente. Al final de su correa no llevaba un perro, sino
un cerdito, tan amable como su dueño y queridos por todo el barrio.
RECUERDO que pegado a este bar, tan pegado que incluso había
una puerta que comunicaba con él, había una peluquería donde siempre que me
llevaban a cortar el pelo, el peluquero me hacía la broma de que me iba a
cortar las orejas.
RECUERDO las mañanas de los domingos. A mi hermano y yo
despiertos en nuestra litera, sin hacer ruido, esperando el característico
silbido de mi padre desde su habitación, al que contestábamos saliendo
corriendo para acostarnos unos minutos en la cama con mis padres. Después de
desayunar nos llevaba al descampado de detrás de casa, donde jugábamos a patear
una pelota de fútbol.
RECUERDO esa habitación, enmoquetada, y esos pomos de los
cajones. Seguro que mi hermano también se acuerda de ellos, pues gracias a esos
pomos tiene una cicatriz en la frente.
RECUERDO los fines de semana que pasábamos en la casa de
campo de mi tío Pedro, en Sencelles. Disfrutar de la piscina en verano y de las
tostadas con mantequilla en la chimenea en invierno, para volver a casa en el
Simca 1200 de mi madre escuchando el carrusel deportivo en la radio.
RECUERDO el día que mi padre llegó a casa del trabajo antes
de lo normal, y el susto de mi madre al verlo con el brazo vendado debido a un
desgarre en la axila por culpa de una caída desde un andamio. Suerte que en la
caída se pudo coger a alguna parte del andamio y solo hablamos de bastantes
puntos de sutura.
RECUERDO los malos ratos pasados en mi familia debido a un
problema que tuvo de bebé mi prima Erika, la cual ya está completamente
recuperada.
RECUERDO los fines de semana que me quedaba a dormir en casa
de mi tío Manolín, quien me enseñó lo que era una discoteca, fiestas en la
terraza… Incluso ir al cine de carabina con la que hoy es su mujer.
RECUERDO el día que mi madre me dijo que íbamos a tener otro
hermanito, que al final resultó ser una hermanita, a la que quiero con locura.
Hay más recuerdos, pero son de otra época más reciente, a la
cual tal vez les dedique otras líneas en otro momento (bodas –incluida la mía-,
nacimientos, los partos de mis hijos, cumpleaños…), y otros que me los quedo para mí.
Es curioso lo que uno puede recordar. Cosas que recuerdas
vagamente, aunque sean recientes, y cosas que recuerdas como si fuera ayer,
aunque hayan pasado muchos años.