sábado, 22 de enero de 2022

El espejo

 22/01/22

 


La habitación de los niños no era grande pero era justa para dos. Al entrar encontrabas a la izquierda una pared donde colgaban un espejo y un televisor. Justo en frente estaba la ventana, la cual no se podía abrir del todo debido a un escritorio cuya altura era cinco centímetros demasiado alta y sólo dejaba abrir la parte superior de la hoja derecha gracias a ser batiente. Entrando a la derecha estaba la cama de Ana y, separada por una mesita, le seguía la de Raúl. El pobre se había quedado sin su cama durante una semana y dormía en el comedor por culpa de que su hermana había dado positivo en el puñetero virus y su padre, contagiado también, se tuvo que aislar en esa habitación y okupar su cama. Menos mal que ya estaban en la última noche de confinamiento.

Esa noche el padre no podía dormir. Daba vueltas y vueltas en esa camita sin llegar a relajarse. Al final se levantó para ir al baño que tenía adjudicado él y su hija, que estaba saliendo de la habitación a la izquierda al final del pasillo. 

Una vez terminado se dirigió de nuevo a la habitación. Se alumbraba únicamente de la luz de la pantalla de su móvil que se había llevado para no tener que encender luces y así molestar a Raúl con la que le pudiera entrar por la puerta del comedor, que estaba de camino al baño.

Entró en el dormitorio y cerró con cuidado la puerta y al dirigirse hacia su cama se chocó con la pared. Llegó a pensar que estaba soñando pues la pared no podía estar a la derecha de la habitación, así que encendió la linterna del móvil y no había nada, tan solo oscuridad. Asustado dio unos pasos y se detuvo frente al espejo, el cual era una especie de ventana desde la que podía ver a su hija en la cama y a alguien que le acariciaba el pelo. Para mayor sorpresa ese hombre giró la cabeza y le miró fijamente y, sonriendo, se metió en la cama donde debía estar él y no ese impostor.

No entendía nada y de poco sirvieron los gritos llamando a su hija y al resto de la familia. Llorando y con las cuerdas vocales ya irritadas comenzó a golpear la pared con la idea de que alguien consiguiera al menos notar esos golpes, pero lo único que consiguió fue que en la habitación de su hija se cayera ese espejo y se hiciera mil pedazos, al igual que su única oportunidad de volver a su mundo.




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