Él iluminaba los días. Ella las noches.
Un día él se marchó tarde, justo cuando ella llegaba pronto.
El encuentro fue increíble, y las consecuencias inevitables. Les llegó el amor
sin quererlo y sin posibilidad de disfrutarlo. Nunca podrían estar cerca el uno
del otro, aunque lo desearan con todo el corazón.
Aún hoy siguen intentando estar juntos. Hay días que el amor
puede más que la naturaleza, y se vuelven a encontrar el tiempo justo para
contarse sus sueños… sueños imposibles.
En sus despedidas, él pinta el cielo de impresionantes
colores para que ella pueda pasar la noche recordándole.
Hay noches en las que ella está tan feliz que nada le puede
quitar esa sonrisa. Otras noches no puede disimular la tristeza de no poder
estar a su lado. Incluso hay noches que ni siquiera tiene ganas de salir.
Pero en esos momentos que consiguen hablar, el resultado es
increíble; él consigue hacer llegar su luz a los rincones más oscuros… y ella
consigue convertir la noche en día.
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