Hay momentos en los que te gustaría poder decir lo que
piensas sin importar las consecuencias. Por suerte (o por desgracia), la parte
racional de mi cerebro me lo impide, y me tengo que tragar los malos pensamientos,
aún sabiendo que vas a tener una buena indigestión. Pero llegará un día en el
que ya no tenga que preocuparme por esas consecuencias. Un día en el que pueda
anular esa parte racional y hablar sin tapujos, soltar lo que llevo dentro, y
así poder curar esta úlcera que tengo en el alma.
Tengo que dar gracias a la gente que tengo cerca, pues
gracias a ellos los malos momentos duran menos y son más llevaderos. Y es que
no hay nada como recibir un beso, un abrazo o unas palabras en el momento justo
en el que uno las necesita.
Para todo lo demás… mastercard.
¡Gracias!
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