Cada persona posee un don.
Unos son brujos y adivinan el futuro. Otros consiguen hacerte
reír por muy triste que estés. Los hay que saben aprovechar la oportunidad
perfecta. Gente nacida para un tipo de deporte, o de arte. Los que saben cantar
desde bebé, o ya bailaban antes de hablar.
Hay gente con un don bueno, positivo, que hace del que lo
posee alguien único y del que no quieres separarte para que te contagie esa
felicidad.
Pero también hay gente con un don malo, negativo. Personas
de las que es mejor alejarse. Gente que tiene el don de hundirte, de bajarte la
autoestima hasta la inexistencia. Y no importa estar cerca de ellos, basta con
un mail, un mensaje, y listo, te hundió de nuevo.
Dicen que no hace daño el que quiere, sino el que puede.
Pues bien… este tipo de personas pueden. Da igual la armadura con la que te
vistas por la mañana, ellos van siempre un paso por delante en el arte de la
guerra.
Si fuera creyente diría que Dios pone a cada uno en su
lugar. Si fuera carnicero diría que a cada cerdo le llega su San Martín. Si
fuera agricultor diría que el que siembra tormentas recoge tempestades.
Lo que pienso es que cada uno recibe lo que da. Y que a
veces te das cuenta del daño que haces a la gente que te rodea demasiado tarde,
cuando ya no tiene solución. No puedes coger el Delorean y volver atrás en el
tiempo para cambiar las cosas. Cuando te das cuenta de que estás solo, sin
familia en la que refugiarte ni amigos en los que apoyarte, a veces ya es
demasiado tarde.
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