A veces decimos cosas sin pensarlas. Vamos acumulando tanto
dentro que cuando lo soltamos no suele ser ni en el lugar apropiado ni de la
manera correcta. No nos damos cuenta del daño que podemos llegar a hacer a las
personas que queremos, o cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde. A veces
nuestro estúpido orgullo nos puede llevar a una vida de soledad, una vida sin
amor ni cariño. De nada sirve arrepentirse cuando ha llegado tu final, de nada
sirve descubrir que has perdido el amor incondicional de los tuyos por ser como
nunca quisiste dejar de ser. Cuando te das cuenta de que estás sólo ya es tarde
para recuperar lo que ahora darías lo que fuera por tener: una familia.
Me gustaría decirte que aún no es tarde, que estás a tiempo
de arreglar el estropicio que has causado. Que aún no se ha apagado la llama de
los que obligaste a alejarse de ti. Corre el riesgo de que nada sea lo mismo,
de que no te perdonen del todo. Corre el riesgo y pide perdón ahora que aún no
es tarde. Hazlo ayer, o llegará el mañana y querrás cambiar toda tu vida por un
minuto de lo que pudo haber sido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario