En tu vida se cruzan muchas personas. Unas pasan
desapercibidas, que no dejan casi recuerdo. Otras se quedan un tiempo, dándote
experiencia o curtiendo tu piel. Las hay que están muy poco tiempo y te dejan
un aroma imborrable y las hay que están mucho tiempo pero no llegan a dejar una
huella profunda.
Pero luego hay esa persona que llega cuando menos te lo
esperas, la que sin saber cómo te impregna de su perfume, te invade con su
esencia hasta partes tan profundas de tu ser que ya no la puedes arrancar de tu
alma. Esa persona que divide tu vida en un antes y un después. La que tambalea
tu mundo con una simple sonrisa o una mirada. A quien no puedes quitar de tu
mente ni un segundo. La que convierte, en su ausencia, los días en semanas. La
que hace de un beso una puerta a otro mundo, de unas palabras un vuelo por las
nubes o de un abrazo un calmante. Quien te elige para entregarte todo su ser y
a quien dejas entrar en tu interior cerrando, con una llave tirada al mar, un
candado de acero valyrio que no puede romper ni el mayor de los terremotos.
Alguien como tú.
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