jueves, 28 de julio de 2016

Sin control



Hoy os quiero pedir perdón papá y mamá.

Perdón por haber sido tan egoísta, por haberos hablado mal, por no haberos escuchado, por no haber hecho caso de vuestros consejos. Perdón por haberme creído la única persona de este mundo, por haber hecho de mis insignificantes problemas los más importantes del mundo, por haber pensado que valían mucho más las opiniones de mis amigas que las vuestras. Perdón por haberos tratado con tanto desprecio creyéndome mejor que vosotros, por haberme excusado en mi mayor edad para aprovecharme y burlarme de mi hermana. Perdón por no haber sido consciente de los peligros que hay en las noches de fiesta, de no haberme dado cuenta de vuestros desvelos hasta mi regreso. Perdón por no haberle dado la suficiente importancia a mi futuro, por haber vivido en mi mundo, por haber pensado y expresado que mi vida era muy dura y una mierda. Perdón por haberos pedido una y otra vez sin darme cuenta del esfuerzo que os suponía pagar mis caprichos, por los cabreos que tuve cuando no me disteis lo que os exigía, por mis modos, por mis comparaciones que os hacía con los demás padres más permisivos que vosotros. Perdón por mis deseos de todo y mis ganas de nada, por mis corazones rotos por amores de indeseables que sólo buscaban lo que no les quise dar. 

Perdón por no haberos demostrado lo mucho que os quería y os admiraba.




Aunque en mi defensa diré que no fui yo quien os hizo sufrir, fue mi adolescencia.





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