Hoy os quiero pedir perdón papá y mamá.
Perdón por haber sido tan egoísta, por haberos hablado mal,
por no haberos escuchado, por no haber hecho caso de vuestros consejos. Perdón
por haberme creído la única persona de este mundo, por haber hecho de mis
insignificantes problemas los más importantes del mundo, por haber pensado que
valían mucho más las opiniones de mis amigas que las vuestras. Perdón por
haberos tratado con tanto desprecio creyéndome mejor que vosotros, por haberme excusado
en mi mayor edad para aprovecharme y burlarme de mi hermana. Perdón por no
haber sido consciente de los peligros que hay en las noches de fiesta, de no
haberme dado cuenta de vuestros desvelos hasta mi regreso. Perdón por no
haberle dado la suficiente importancia a mi futuro, por haber vivido en mi
mundo, por haber pensado y expresado que mi vida era muy dura y una mierda.
Perdón por haberos pedido una y otra vez sin darme cuenta del esfuerzo que os
suponía pagar mis caprichos, por los cabreos que tuve cuando no me disteis lo
que os exigía, por mis modos, por mis comparaciones que os hacía con los demás
padres más permisivos que vosotros. Perdón por mis deseos de todo y mis ganas
de nada, por mis corazones rotos por amores de indeseables que sólo buscaban lo
que no les quise dar.
Perdón por no haberos demostrado lo mucho que os quería y
os admiraba.
Aunque en mi defensa diré que no fui yo quien os hizo sufrir,
fue mi adolescencia.
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