No podemos evitar pensar en los que se han ido pero tampoco
lo debemos evitar, pues es la única manera de mantenerlos con vida aunque sólo
sea en nuestro corazón y nuestra memoria.
Nos gusta pensar que ellos siguen ahí, que nos cuidan y nos guían y que
nos visitan de vez en cuando.
Aunque los recordemos a menudo, siempre hay algún día
señalado que nos entristece aún más su ausencia como puede ser en su
cumpleaños. Y no solamente lloramos porque no están en ese momento, sino que
lloramos de felicidad al recordar momentos vividos con ellos. Y es con eso con
lo que tenemos que quedarnos, recordarles en sus mejores momentos, contar las
anécdotas más divertidas y los momentos de felicidad que vivimos junto a ellos.
Y cuando nos pueda la tristeza inmersa en la melancolía, lo
mejor que podemos hacer es dejar que te abracen y te demuestren que no estás sola,
que todo pasa y se calma con el paso del tiempo.
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