El simple hecho de vestirse y salir a dar una vuelta se
puede convertir en algo increíble. La verdad es que da igual a dónde se vaya si
es con una buena compañía, pero si le sumas unos paisajes impresionantes, una
temperatura ideal y una buena comida,
pues es un lujo. Y es que hay rincones y
lugares en esta isla que tienen encanto, que tienen magia.
Pero todas esas sensaciones se multiplican por miles cuando
eres tú la que estás a mi lado. Y es que consigues que a las rocas más duras
les salgan agujeros, que el sol sienta tanta envidia de tu brillo que llegue a
ocultarse detrás de la niebla, o que el mar se quede tan embobado al mirarte
que hasta se olvide de formar olas.
Un paseo contigo es conocer un paraíso sólo hecho para los
dioses y me siento muy orgulloso de ser el único mortal al que permitas
disfrutarlo.
Al final, cuando lo pienso, me doy cuenta de es igual el
lugar. Yo me quedo con el momento.
El momento en el que me miras, me sonríes o me dices esas
cosas que me dices.
El dónde… no me importa.
Te quiero
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