martes, 1 de septiembre de 2015

1 de septiembre


Uno de septiembre, nueve de la mañana, 67 kilos, dos meses sin pisar el gimnasio y, después de quince días sin trabajar, hoy vuelvo al curro.
La verdad es que no tengo ese síndrome post-vacacional. Debe ser que ya tenía asumido que tenía que volver.
Han sido unas buenas vacaciones de verano. A lo típico de playa, piscina, sol, mucha comida y mucha cerveza, hay que sumar el conocer a gente nueva y agrandar la familia. Siempre hay días de estrés, de nervios, pero al final el balance ha sido positivo. Me ha gustado conocerte Edu, a ti y a tus hijos. Eres una persona increíblemente fuerte. Aún con lo que soportas sobre tus hombros, es raro verte perder la sonrisa aunque tus ojos no consigan ocultar tu tristeza. Estoy seguro que todo saldrá bien. A las buenas personas les pasan buenas cosas, aunque a veces tarden demasiado. Ánimo.
En cuanto a lo demás… pues eso. Qué se puede esperar de unas vacaciones en Mallorca, rodeado de gente maravillosa, mis hijos y mi familia, cada vez más numerosa, y al lado de una mujer que ilumina más que el Sol. Y es que no puedo pedir más.


He vuelto al trabajo tal y como me fui: Con una sonrisa de oreja a oreja, más feliz que una perdiz y con más ganas de ti.





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