Y de repente todo cambia. Vuelves a tener sentimientos
olvidados, guardados durante años en el desván. Te vuelven las ganas de todo, de
disfrutar de todo. Te encantan los días de sol, de lluvia, nublados…
Llegan noches en las que sueñas con la última visión que
tuvieron tus ojos, y deseas despertarte para volver a ver su cara, aún dormida.
Dormir con alguien adquiere un nuevo significado, y despertar con ella… ¡uff,
despertar con ella!
Intentas mantener tu antigua rutina, pero ya nada es lo
mismo. Sólo deseas su compañía, sus abrazos, sus besos; esas conversaciones
hasta altas horas de la madrugada que hacen preguntarte cómo puede haber pasado
tan rápido el tiempo. Y te callas cosas que dices con la mirada, palabras que
dices con besos y frases que dices con caricias.
Quieres ir día a día, pero tu mente te traiciona y te
encuentras de repente haciendo planes. Planes que desearías fueran menos
complicados.
Y te preguntas cómo ha pasado y cómo ir despacio cuando vas
en un Ferrari.
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